Cultura
La cultura lesbiana ha crecido tradicionalmente incluida dentro de la tradición femenina, y más específicamente en la cultura feminista. Durante muchos años y en épocas más difíciles que las actuales, la cultura de las mujeres se ha desarrollado en diferentes campos; de esta forma ha habido músicas, poetas, escritoras y artistas, etc.
Dado que las lesbianas son consideradas un grupo social minoritario, se habla muy a menudo de subcultura lesbiana, lo cual no significa una situación de inferioridad presupuesta, sino algo que es parte de la propia especificidad de las lesbianas, respecto al mundo heterosexual mayoritario.
[editar]Literatura
Además de la obra de Safo,nota 17 la historiadora literaria Jeannette Howard Foster incluye el Libro de Rut,223 y la tradición mitológica antigua como los primeros ejemplos de lesbianismo en la literatura. En las historias griegas sobre divinidades a menudo se mencionan figuras femeninas cuya virtud y virginidad están intactas, que están interesadas por actividades masculinas, y que están seguidas por un devoto grupo de doncellas. Foster cita a Camilla y Diana, Artemisa, Calisto, Iphis y Ianthe como ejemplos de figuras mitológicas femeninas que muestran una inclinación por las mujeres o desafían los papeles tradicionales del género femenino.224 También se debe a los griegos la difusión de la historia de una mitológica raza de mujeres guerreras, las Amazonas. En-hedu-ana, una sacerdotisa de Mesopotamia dedicada a la diosa sumeria Inanna, tiene el honor de haber firmado la primera poesía lésbica de la historia, donde ella misma se calificaba como la esposa de Inanna.225
Durante los diez siglos siguientes a la caída del imperio romano el lesbianismo desaparece de la literatura.226Foster apunta a la visión particularmente estricta que se tenía de Eva, representante de todas las mujeres y causante de la caída de la humanidad, por lo que el pecado original entre las mujeres era una preocupación mayor, y debían cuidar su castidad especialmente por ser consideradas la fuente de la vida.227 Durante este periodo la mayoría de las mujeres eran analfabetas y no se les permitía acceder a la cultura, así que los varones eran quienes se encargaban de establecer las ideas sobre la sexualidad.228 En el siglo XVI las descripciones de las relaciones entre mujeres de los escritores ingleses y franceses (Vida de las damas galantes de Brantôme de 1665, la erotica Memorias de una mujer de placer de John Cleland de 1749 o El espía inglés de varios autores de 1778) presentan una actitud que va desde la sorprendida tolerancia hasta la excitación, aunque un personaje masculino debía participar para completar el acto. Las relaciones físicas entre mujeres eran a menudo alentadas, los varones no veían amenaza en que las mujeres mantuvieran relaciones sexuales con otras mujeres cuando no había varones disponibles, al considerar que no serían tan satisfactorias como las de un varón con una mujer.229 En el peor de los casos si una mujer se enamoraba de otra se convertía en una figura trágica. La satisfacción física y por lo tanto emocional se consideraba imposible sin la intervención de un falo natural. La intervención masculina en una relación entre mujeres se hacía necesaria cuando las mujeres actuaban como varones y demandaban los mismos privilegios sociales.230
En Europa el lesbianismo se convirtió en un tema casi exclusivo de la literatura francesa en el siglo XIX, basándose en la fantasía masculina y el deseo de impresionar los valores morales burgueses.231 Honoré de Balzac, en La chica de los ojos de oro (1835), usó el lesbianismo en su historia sobre tres personas que describía la degeneración de Paris, y lo repitió en La prima Bette y Séraphîta. Su obra influyó en la novela deThéophile Gautier Mademoiselle de Maupin, que tiene la primera descripción física del tipo que se asociaría a las lesbianas: «alta, ancha de hombros, estrecha de caderas y de inclinación atlética .»232 Charles Baudelaireusará el lesbianismo como tema recurrente en sus poemas "Lesbos", "Femmes damnées 1" ("Mujeres malditas"), y "Femmes damnées 2".233 Criticando la sociedad francesa, además de utilizarlas como personajes chocantes, muchos de los personajes lésbicos de la literatura francesa del XIX eran prostitutas y cortesanas: personificaciones del vicio que morían temprano, con muertes violentas y con moraleja final.234 El poema deSamuel Taylor Coleridge "Christabel" (1816) y la novela Carmilla (1872) de Joseph Sheridan Le Fanu presentan el lesbianismo asociado al vampirismo.235 Estas representaciones de la homosexualidad femenina no fueron las únicas que formaron la conciencia europea sobre el lesbianismo, Krafft-Ebbing menciona las personajes deGustave Flaubert en Salammbo (1862) y Ernest Feydeau en El conde de Chalis (1867) como ejemplos de lesbianas ya que ambas novelas muestran protagonistas femeninas que no siguen las normas sociales y que expresas sentimientos sexuales contradictorios, aunque de ninguna de ellas se muestra deseos o comportamientos homosexuales.236 Havelock Ellis usó ejemplos literarios de Balzac y varios poetas y escritores franceses para desarrollar su obra principal sobre la inversión de la identidad sexual en las mujeres.237
Gradualmente las mujeres empezaron a ser escritoras plasmando sus propios pensamientos sobre las relaciones lésbicas en sus obras. Hasta la publicación de El pozo de la soledad la mayoría de las obras sobre lesbianismo habían sido escritas por varones. Foster sugiere que las mujeres habían sido reacias a escribir sobre sus propias vidas o utilizar el tema de la homosexualidad, y que algunas escritoras como Louise Labé, Charlotte Charke yMargaret Fuller habrían masculinizado los personajes de sus obras literarias o habrían plasmado las relaciones de forma ambigua.238 La escritora George Sand fue representada como personaje en varias obras del siglo XIX. El escritor Mario Praz acreditó la popularidad del lesbianismo como tema con la aparición de Sand en la sociedad parisina de la década de 1830.239 nota 18 La novela de Charlotte Brontë Villette (1853) inició el género de las historias de internados con temas homoeróticos.240
A comienzos del siglo XX tanto en Londres como en París, en una atmósfera y un clima intelectual y artístico resplandeciente, se crearon las primeras comunidades de mujeres poetas, escritoras y artistas. Algunas de las mujeres parisinas más conocidas fueron: Marguerite Yourcenar (primera mujer elegida para integrar la Academia francesa), Natalie Clifford Barney, Gertrude Stein, Tamara de Lempicka, Colette y sus amigas Natalie Clifford Barney y Liane de Pougy; algunas de las mujeres lesbianas londinenses más conocidas en ese entonces fueron Virginia Woolf y Katherine Mansfield. En otros países, sin embargo, el tema sencillamente se ignoraba: una excepción a la regla sería por ejemplo Carmen de Burgos Colombine, escritora y periodista española de principios del siglo XX, que abordó sin reservas en sus obras la vida sexual de un colectivo sexualmente alternativo y favoreció el descubrimiento literario de la homosexualidad femenina en España.241 La primera obra española en tratar del tema fue Zezé (1909) de Ángeles Vicente.242 En 1929 se estrenó la primera obra teatral que trataba del tema, Un sueño de la razón de Cipriano Rivas Cherif.243 La única que se atrevió a publicar versos homoeróticos fue Lucía Sánchez Saornil.
Las escritoras de mediada la primera década del siglo XX utilizaban frecuentemente mensajes cifrados como una forma de enmascarar la temática lesbiana; personajes que cambian de sexo como en el Orlando de Virginia Woolf, muchas novelas con historias entre varones gays, como Marguerite Yourcenar; historias abiertamente lésbicas, pero algunas de ellas escritas bajo un seudónimo, como el caso de Patricia Highsmith y su libro El precio de la sal de 1951 firmado como Claire Morgan, dan cuenta de esta situación.
Otras escritoras como Amy Lowell, H.D., Vita Sackville-West y Gale Wilhelm también abordaron en sus obras relaciones lésbicas o transformaciones de género como tema. Otras como Mary Renault y Carson McCullers escribieron o tradujeron obras de ficción que se centraron en los varones homosexuales, aunque ambas mantuvieron relaciones lésbicas sus principales amigos fueron varones gays.244
Cuando los libros en rústica se pusieron de moda, los temas lésbicos quedaron relegados a la pulp fiction. Muchas de estas novelas de pseudoliteratura presentaban tópicamente a mujeres muy infelices, o relaciones que terminaban trágicamente. Marijane Meaker posteriormente escribió que le aconsejaron terminar negativamente la historia de Spring Fire porque los editores estaban preocupados porque de no ser así los libros podrían ser confiscados por el servicio postal de los EEUU.245
Tras los disturbios de Stonewall los temas lésbicos se hicieron mucho más diversos y complejos, desplazando el tema del lesbianismo del erotismo para varones heterosexuales a obras escritas para las lesbianas. Las revistas feministas como The Furies y Sinister Wisdom reemplazaron a The Ladder. Escritoras serias incluyeron personajes y tramas lésbicas en sus obras, como Rita Mae Brown en Rubyfruit Jungle (1973), que presenta una heroína feminista que elige ser lesbiana.246 La poetisa Audre Lorde se enfrentó a la homofobia y el racismo en sus obras y Cherríe Moraga es la principal responsable de llevar la perspectiva latina a la literatura lésbica. El cambio de valores es evidente en los escritos de Dorothy Allison, que se centró en el abuso sexual de menores y los temas deliberadamente provocativos como el sadomasoquismo lésbico.247
En décadas recientes han proliferado las escritoras que tocan temas lésbicos como Jeanette Winterson, el mundo fantástico proyectado en los libros deMarion Zimmer Bradley. También se suman escritoras de habla española como Ana María Moix, Silvia Molloy, Ena Lucía Portela, Esther Tusquets,Rosamaría Roffiel, Susana Guzner, Zoé Valdés, Lola Vanguardia, Lucía Etxebarria, Isabel Franc, Thaís Morales, Odette Alonso, Isabel Prescolí y Cristina Peri Rossi.
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